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jueves, 14 de marzo de 2013

Crónica de un día.... "TROLE"


Marca el reloj las 18:40 minutos pensando por donde ir más rápido a casa, con un bolso algo pesado; era uno de esos días cotidianos donde los troles ni ningún transporte público van vacíos sino llenos hasta que los vidrios transpiran, a minutos de las horas pico de la Capital; en donde los únicos medios rápidos por transportarse son el trole, porque si pensamos ir en bus por lo túneles ni pico y placa alivia el tráfico que se complica a estas horas. No hay donde poner un pie en la parada del Florón para entrar y cambiar para las monedas cola, a dentro otra cola para poder entrar al trole; a parte de todo, no solo es el estrés del congestionamiento, el peligro que existe a esas horas ya que los  dueños de lo ajeno salen para hacer de las suyas en las conglomeraciones de gente.
Mirando el entorno respirando un aire algo pesado, me doy cuenta que Quito esta inundado en todas las calles principales por Policías metropolitanos dirigiendo el tráfico y otros cuidando si no se les escapa una placa terminada en 5 ó 6; esperando el trole mucha gente con audífonos en sus oídos escuchando música, otros conversando con sus compañeros de trabajo, otros perdidos por que no saben qué línea del trole los llevara al sur de la ciudad, preguntan al guardia él les informa pero siguen con su  nerviosismo, otros en cambio volando en el mundo del amor abrazados, agarraditos las manos ni el tiempo se les va pero si el trole, entonces definitivamente pienso, sería bueno involucrarse en alguna de esas nubes para que el tiempo no corra o simplemente volver a ser niño, porque los niños en la parada esperan corriendo y jugando, pero encuentran alguna distracción, todo esto en un solo lugar y en horas de congestión.
Observando a la gente, a lo lejos se alcanza a ver que se acerca el trole a alta velocidad, todos al apuro aseguran su cartera y todo listo para jugar a quien entra primero. ¿Parece mentira? Pero es la realidad de todos los días.
Se abren las puertas y las personas que están dentro del trole logran salir entre tanto apretazón, pero las que estamos fuera queremos entrar a toda costa. Yo suelo ser un poco precavida para encontrar un buen lugar y no ser aplastada; pero este día no fue uno de esos buenos ya que no encontré un buen lugar y fui apretada entre varias personas, lo único que se logra ver son las caras de las personas que te rodean, ver cómo la gente que está sentada va dormida algunos haciendo muecas pero yo a duras penas alcanzo a ver en qué lugar estámos por que la cantidad de gente que va dentro del trole no permite ni respirar; un calor terrible dentro del transporte, olores algo extraños, que me confunden. Tratando de poder conseguir un lugar para sentarme y poder ir leyendo el libro que hace poco compre, voy por el primer capítulo, el libro se llama “Niebla” de Miguel de Unamuno la curiosidad por seguir leyéndola me hace buscar un lugar donde pueda seguir con la lectura puesto que mi camino aun es largo; la gente va quedándose en cada parada pero aún siguen subiendo más personas.
Al fin al llegar a la parada de Santo Domingo en pleno centro histórico encontré un lugar en la ventana, coloque mis cosas sobre mis rodillas me acomode perfectamente para leer, una señora de edad iba junto a mí; esas típicas mayorcitas que te empiezan a hablar. Trataba de concentrarme en la lectura pero su primera pregunta fue ¿qué hora tiene señorita?, respondí son las 19:31 minutos, me dijo: ya es un poco tarde verdad, respondí simplemente con una sonrisa, porque iba concentraba leyendo durante esta travesía. Pero no le vasto siguió haciéndome la conversa de cuando era joven y no había tanto auto en Quito, afirmaba que ni siquiera existían horas pico, todo era tranquilo y se podía andar en las calles hasta altas horas de la madrugada, nunca pasaba nada, ahora a uno por que la ven viejita quieren robarle lo poco que tiene, yo simplemente sonreía hasta que se bajó en la Villa Flora, hasta luego me dijo, me he estado quedando, y sonrió.
Pensé y dije es raro encontrarse con personas amables en un medio de transporte, ya que casi los días que voy en trole hay gente que por ganar un puesto se pelea e insulta, o los consecuentes robos que todos los días hay, de los cuales son víctimas personas indefensas.
Pero a pocos minutos para llegar a casa el cansancio se apodera de mi cuerpo, fastidiada desde la punta del pie hasta el último de mis cabellos, añoro con llegar a casa directo a la cama suave y dulce que abrigue mi cuerpo. Pero para desviar ese pensamiento que es muy lejano de cumplirse, me pongo a pensar en todas las cosa que tengo que hacer antes de descansar, entonces el cansancio y el sueño tendrá que esperar para abrigarme en sus brazos.
Luego de diez minutos el chofer del trole anuncia mi parada, despierto de mis pensamientos me pongo de pie y salgo; saliendo de la parada encuentro a Carlos un viejo amigo que no veía hace muchos años;  Es grato encontrarme me dijo que ha sido de tu vida? Yo respondí muy sonriente muy bien intentando salir adelante y tú pregunte? Entonces respondió que es un odontólogo; le dije: Una carrera bien remunerada y con mucha demanda solo que se necesita mucha habilidad con las manos, tú la debes tener porque yo, es una cosa que no poseo, por eso quedó inmediatamente descartada de mi proyecto de vida. Nos reímos juntos.
Me acompañó a mi casa eran las 20:00, me dejo en la puerta es un chico muy amable, nos despedimos y decidimos volvernos a ver. Inmersa en mis ideas nuevamente en la casa tomando una taza de café acompañado de una deliciosa humita; de repente mi hija me dice mami llegaste, respondí si amor vamos a dormir. Una tarea de todos los días y todas las noches; hacerla dormir a mi princesa para poder continuar haciendo las tareas de la casa, revisar sus tareas poner a lavar la ropa en la lavadora, y lago pendiente.
Cuando ya eran las doce de la noche dejándome llevar por Morfeo me quedé dormida sobre la computadora mientras estudiaba algo de ingles, cuando el reloj daba las dos de la mañana desperté y me fui a mi cuarto para poder conciliar el sueño tranquilamente en la cama. Pero mientras trataba de dormir recordé lo que alguien me dijo, que el mundo está lleno de magia todo, es mágico; solo hay que saberla encontrar y creo que descubrí la magia de un “día en el trole” nunca sabes lo que te puedes encontrar. Puede ser el amor de tu vida, un amigo lejano, o en peores casos hasta la muerte; simplemente disfrutar cada momento como que fuera el último.
Creo que esta rutina continuará los días que vuelva a embarcarme en trole aunque con todo lo que paso; creo que solo un día a la semana volveré a vivir cosas parecidas.


Por: Adriana Arbeloda G.

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