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viernes, 19 de abril de 2013

Feminicidio, un asunto de todos.



En la Biblioteca de la Flacso este miércoles (10 de Abril), a las dos y treinta de la tarde se realizó una conferencia sobre el Feminicidio en honor a los 15 años del programa de género; dentro del Ecuador y toda su incidencia dentro de la sociedad actual, donde expusieron 4 investigadoras (Lizet Coba, Iveth Vallejo, Nancy Carrión, Leandra Macías) analistas, feministas intelectuales. En su exposición expresaron que el femicidio es un caso de la inseguridad pero más allá de eso es un tema que puede entenderse más como violencia estructural; muchos de estos casos no son conocidos, son totalmente aislados. 


Pero para entender un poco mejor todo esto tenemos que tener muy claro el concepto de feminicidio, aparece en los años 40, es acuñado por abogadas feministas que relacionan el término con el etnocidio ya que tienen una “relación casi directa con lo sexual una dirección de género, no es verdead que son muertes comunes ni solo meros delitos pasionales, sino es una forma de guerra en tiempo de paz”. que es una consecuencia de una extrema violencia de género, dicho de otra manera es la culminación de relaciones violentas, en esos sentidos la vida de las mujeres es menospreciada, despojado de todo tipo de naturalidad política, muchos derechos de las mujeres son derechos por las soberanía de sus cuerpos (como el aborto, que debería ser totalmente libre esa decisión).

Existen distintas forma de femicidio una de esas formas la naturalización de los cuerpos, y  con la comercialización de los mismos, entonces se lo piensa como un hecho naturalizado, normalizado dentro de las relaciones familiares y desde ese punto de vista es importante pensar en la familia como un campus de violencia no solo moral sino sexual en donde los cuerpos de las mujeres son moralizados en el que la familia es un sitio de inseguridad permitida y legitimada tanto como el Estado y la sociedad; en ese sentido se debe pensar como las familias y no solo las más terribles y atroces, sino las familias más comunes y corrientes que son las que están atravesando este tipo de violencia que es el odio a todo lo que puede ser femenino entrando el egocentrismo es decir el poder que está en el centro de una serie de relaciones sociales que a la vez son políticas. Dando a entender de una manera muy clara que la familia es un campo de violencia totalmente moral sobre las mujeres en las que el varón dentro de una familia patriarcal tiene una jerarquía de superioridad moral, en ese sentido la violencia es de carácter pedagógico que sirve para conformar las identidades bien marcadas tanto de hombres como de mujeres.

Y donde las mujeres forman un papel netamente secundario no se manifiestan sumisas sino que tienen un objetivo en común con esa persona a su lado que son sus hijos, y en sus intentos de defenderse se muestran débiles frente al agresor y terminan en la muerte, entonces ser mujer como construcción cultural implica para ellas una vulnerabilidad doble social causada por otros: familia, vecinos, amigos; y otra causada por si mismas a través de una auto exposición a la violencia que se considera implícita en la relación de pareja o en lo que se entiende por “AMOR” “el pegue no más”; donde influyen la religión y sus costumbres y la cultura que no se pueden desprender.

Se presentan a través de toda la historia y en todos los tiempos suicidios producto de la discriminación; la muerte por abortos clandestinos; la mortalidad materna y todas aquellas muertes que pudieron ser evitadas en donde el factor de riesgo es ser mujer.

En el 50% de los casos documentados, la muerte de las mujeres es a manos de su pareja, un 16,1% de los casos son cometidos por su expareja y otro porcentaje igual es por ataque sexual.


“El femicidio no es un asunto privado, sino un fenómeno histórico que sucede para mantener el poder masculino en las sociedades patriarcales.  Son los Estados, como garantes de los Derechos Humanos y de los derechos específicos de las personas, quienes deben implementar mecanismos para prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra las mujeres; pero somos también las personas, como parte de la sociedad, quienes debemos formar un tejido social que brinde apoyo a las víctimas y poner un alto a la violencia contra las mujeres”.

Por: Adriana Arboleda.

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