En
la Biblioteca de la Flacso este miércoles (10 de Abril), a las dos y treinta de la tarde se
realizó una conferencia sobre el Feminicidio en honor a los 15 años del
programa de género; dentro del Ecuador y toda su incidencia dentro de la
sociedad actual, donde expusieron 4 investigadoras (Lizet Coba, Iveth Vallejo, Nancy
Carrión, Leandra Macías) analistas, feministas intelectuales. En su exposición
expresaron que el femicidio es un caso de la inseguridad pero más allá de eso
es un tema que puede entenderse más como violencia estructural; muchos de estos
casos no son conocidos, son totalmente aislados.
Pero para entender un poco mejor todo esto
tenemos que tener muy claro el concepto de feminicidio, aparece en los años 40,
es acuñado por abogadas feministas que relacionan el término con el etnocidio
ya que tienen una “relación casi directa con lo sexual una dirección de género,
no es verdead que son muertes comunes ni solo meros delitos pasionales, sino es
una forma de guerra en tiempo de paz”. que es una consecuencia de una extrema
violencia de género, dicho de otra manera es la culminación de relaciones
violentas, en esos sentidos la vida de las mujeres es menospreciada, despojado
de todo tipo de naturalidad política, muchos derechos de las mujeres son
derechos por las soberanía de sus cuerpos (como el aborto, que debería ser
totalmente libre esa decisión).
Existen
distintas forma de femicidio una de esas formas la naturalización de los
cuerpos, y con la comercialización de
los mismos, entonces se lo piensa como un hecho naturalizado, normalizado
dentro de las relaciones familiares y desde ese punto de vista es importante
pensar en la familia como un campus de violencia no solo moral sino sexual en
donde los cuerpos de las mujeres son moralizados en el que la familia es un
sitio de inseguridad permitida y legitimada tanto como el Estado y la sociedad;
en ese sentido se debe pensar como las familias y no solo las más terribles y
atroces, sino las familias más comunes y corrientes que son las que están
atravesando este tipo de violencia que es el odio a todo lo que puede ser
femenino entrando el egocentrismo es decir el poder que está en el centro de
una serie de relaciones sociales que a la vez son políticas. Dando a entender
de una manera muy clara que la familia es un campo de violencia totalmente
moral sobre las mujeres en las que el varón dentro de una familia patriarcal
tiene una jerarquía de superioridad moral, en ese sentido la violencia es de
carácter pedagógico que sirve para conformar las identidades bien marcadas
tanto de hombres como de mujeres.
Y
donde las mujeres forman un papel netamente secundario no se manifiestan
sumisas sino que tienen un objetivo en común con esa persona a su lado que son
sus hijos, y en sus intentos de defenderse se muestran débiles frente al
agresor y terminan en la muerte, entonces ser mujer como construcción cultural
implica para ellas una vulnerabilidad doble social causada por otros: familia,
vecinos, amigos; y otra causada por si mismas a través de una auto exposición a
la violencia que se considera implícita en la relación de pareja o en lo que se
entiende por “AMOR” “el pegue no más”; donde influyen la religión y sus
costumbres y la cultura que no se pueden desprender.
Se presentan a través de toda la
historia y en todos los tiempos suicidios producto de la discriminación; la
muerte por abortos clandestinos; la mortalidad materna y todas aquellas muertes
que pudieron ser evitadas en donde el factor de riesgo es ser mujer.
En el 50% de los casos documentados, la
muerte de las mujeres es a manos de su pareja, un 16,1% de los casos son
cometidos por su expareja y otro porcentaje igual es por ataque sexual.
“El femicidio no es un asunto privado, sino un fenómeno histórico que sucede para mantener el poder masculino en las sociedades patriarcales. Son los Estados, como garantes de los Derechos Humanos y de los derechos específicos de las personas, quienes deben implementar mecanismos para prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra las mujeres; pero somos también las personas, como parte de la sociedad, quienes debemos formar un tejido social que brinde apoyo a las víctimas y poner un alto a la violencia contra las mujeres”.
Por: Adriana Arboleda.
“El femicidio no es un asunto privado, sino un fenómeno histórico que sucede para mantener el poder masculino en las sociedades patriarcales. Son los Estados, como garantes de los Derechos Humanos y de los derechos específicos de las personas, quienes deben implementar mecanismos para prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra las mujeres; pero somos también las personas, como parte de la sociedad, quienes debemos formar un tejido social que brinde apoyo a las víctimas y poner un alto a la violencia contra las mujeres”.
Por: Adriana Arboleda.
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