Marca el reloj
las 18:40 minutos pensando por donde ir más rápido a casa, con un bolso algo
pesado; era uno de esos días cotidianos donde los troles ni ningún transporte
público van vacíos sino llenos hasta que los vidrios transpiran, a minutos de
las horas pico de la Capital; en donde los únicos medios rápidos por transportarse
son el trole, porque si pensamos ir en bus por lo túneles ni pico y placa alivia
el tráfico que se complica a estas horas. No hay donde poner un pie en la
parada del Florón para entrar y cambiar para las monedas cola, a dentro otra cola
para poder entrar al trole; a parte de todo, no solo es el estrés del
congestionamiento, el peligro que existe a esas horas ya que los dueños de lo ajeno salen para hacer de las
suyas en las conglomeraciones de gente.
Mirando el
entorno respirando un aire algo pesado, me doy cuenta que Quito esta inundado
en todas las calles principales por Policías metropolitanos dirigiendo el
tráfico y otros cuidando si no se les escapa una placa terminada en 5 ó 6;
esperando el trole mucha gente con audífonos en sus oídos escuchando música,
otros conversando con sus compañeros de trabajo, otros perdidos por que no
saben qué línea del trole los llevara al sur de la ciudad, preguntan al guardia
él les informa pero siguen con su
nerviosismo, otros en cambio volando en el mundo del amor abrazados,
agarraditos las manos ni el tiempo se les va pero si el trole, entonces
definitivamente pienso, sería bueno involucrarse en alguna de esas nubes para
que el tiempo no corra o simplemente volver a ser niño, porque los niños en la
parada esperan corriendo y jugando, pero encuentran alguna distracción, todo
esto en un solo lugar y en horas de congestión.
Observando a la
gente, a lo lejos se alcanza a ver que se acerca el trole a alta velocidad,
todos al apuro aseguran su cartera y todo listo para jugar a quien entra
primero. ¿Parece mentira? Pero es la realidad de todos los días.
Se abren las
puertas y las personas que están dentro del trole logran salir entre tanto
apretazón, pero las que estamos fuera queremos entrar a toda costa. Yo suelo
ser un poco precavida para encontrar un buen lugar y no ser aplastada; pero
este día no fue uno de esos buenos ya que no encontré un buen lugar y fui
apretada entre varias personas, lo único que se logra ver son las caras de las
personas que te rodean, ver cómo la gente que está sentada va dormida algunos
haciendo muecas pero yo a duras penas alcanzo a ver en qué lugar estámos por
que la cantidad de gente que va dentro del trole no permite ni respirar; un
calor terrible dentro del transporte, olores algo extraños, que me confunden. Tratando
de poder conseguir un lugar para sentarme y poder ir leyendo el libro que hace
poco compre, voy por el primer capítulo, el libro se llama “Niebla” de Miguel
de Unamuno la curiosidad por seguir leyéndola me hace buscar un lugar donde
pueda seguir con la lectura puesto que mi camino aun es largo; la gente va
quedándose en cada parada pero aún siguen subiendo más personas.
Al fin al llegar
a la parada de Santo Domingo en pleno centro histórico encontré un lugar en la
ventana, coloque mis cosas sobre mis rodillas me acomode perfectamente para
leer, una señora de edad iba junto a mí; esas típicas mayorcitas que te
empiezan a hablar. Trataba de concentrarme en la lectura pero su primera
pregunta fue ¿qué hora tiene señorita?, respondí son las 19:31 minutos, me dijo:
ya es un poco tarde verdad, respondí simplemente con una sonrisa, porque iba
concentraba leyendo durante esta travesía. Pero no le vasto siguió haciéndome
la conversa de cuando era joven y no había tanto auto en Quito, afirmaba que ni
siquiera existían horas pico, todo era tranquilo y se podía andar en las calles
hasta altas horas de la madrugada, nunca pasaba nada, ahora a uno por que la
ven viejita quieren robarle lo poco que tiene, yo simplemente sonreía hasta que
se bajó en la Villa Flora, hasta luego me dijo, me he estado quedando, y
sonrió.
Pensé y dije es
raro encontrarse con personas amables en un medio de transporte, ya que casi
los días que voy en trole hay gente que por ganar un puesto se pelea e insulta,
o los consecuentes robos que todos los días hay, de los cuales son víctimas
personas indefensas.
Pero a pocos
minutos para llegar a casa el cansancio se apodera de mi cuerpo, fastidiada
desde la punta del pie hasta el último de mis cabellos, añoro con llegar a casa
directo a la cama suave y dulce que abrigue mi cuerpo. Pero para desviar ese
pensamiento que es muy lejano de cumplirse, me pongo a pensar en todas las cosa
que tengo que hacer antes de descansar, entonces el cansancio y el sueño tendrá
que esperar para abrigarme en sus brazos.
Luego de diez
minutos el chofer del trole anuncia mi parada, despierto de mis pensamientos me
pongo de pie y salgo; saliendo de la parada encuentro a Carlos un viejo amigo
que no veía hace muchos años; Es grato
encontrarme me dijo que ha sido de tu vida? Yo respondí muy sonriente muy bien
intentando salir adelante y tú pregunte? Entonces respondió que es un
odontólogo; le dije: Una carrera bien remunerada y con
mucha demanda solo que se necesita mucha habilidad con las manos, tú la debes
tener porque yo, es una cosa que no poseo, por eso quedó inmediatamente
descartada de mi proyecto de vida. Nos reímos juntos.
Me acompañó a mi
casa eran las 20:00, me dejo en la puerta es un chico muy amable, nos
despedimos y decidimos volvernos a ver. Inmersa en mis ideas nuevamente en la
casa tomando una taza de café acompañado de una deliciosa humita; de repente mi
hija me dice mami llegaste, respondí si amor vamos a dormir. Una tarea de todos
los días y todas las noches; hacerla dormir a mi princesa para poder continuar
haciendo las tareas de la casa, revisar sus tareas poner a lavar la ropa en la
lavadora, y lago pendiente.
Cuando ya eran
las doce de la noche dejándome llevar por Morfeo me quedé dormida sobre la
computadora mientras estudiaba algo de ingles, cuando el reloj daba las dos de
la mañana desperté y me fui a mi cuarto para poder conciliar el sueño
tranquilamente en la cama. Pero mientras trataba de dormir recordé lo que alguien me dijo, que el mundo está lleno de magia todo, es
mágico; solo hay que saberla encontrar y creo que descubrí la magia de un “día
en el trole” nunca sabes lo que te puedes encontrar. Puede ser el amor de tu
vida, un amigo lejano, o en peores casos hasta la muerte; simplemente disfrutar
cada momento como que fuera el último.
Creo
que esta rutina continuará los días que vuelva a embarcarme en trole aunque con
todo lo que paso; creo que solo un día a la semana volveré a vivir cosas
parecidas.
Por: Adriana Arbeloda G.
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